mayo 09, 2008

NARRATIVA: ANA MARIA SHUA


Ana María Shua nació en Buenos Aires en 1951.
Desde sus primeros poemas, reunidos en El sol y yo, ha publicado más de cuarenta libros. En 1980 ganó con su novela Soy Paciente el premio de la editorial Losada. Sus otras novelas son Los amores de Laurita, (llevada al cine), El libro de los recuerdos (Beca Guggenheim) y La muerte como efecto secundario (Premio Club de los XIII y Premio Municipal Ciudad de Buenos Aires en novela). Cuatro de sus libros abordan el microrrelato: La sueñera, Casa de Geishas,Botánica del caos y Temporada de fantasmas.
También ha escrito libros de cuentos: Los días de pesca, Viajando se conoce gente y Como una buena madre. Con Miedo en el sur obtuvo el Premio Municipal Ciudad de Buenos Aires en el género cuento.
Recibió varios premios nacionales e internacionales por su producción infantil-juvenil. Sus cuentos figuran en antologías editadas en diversos países del mundo. Algunas de sus novelas han sido publicadas en Brasil, España, Italia, Alemania y los Estados Unidos.
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.......Explosión nuclear

De los que se encontraban en el centro térmico de la explo¬sión no han quedado más que huellas, contornos, las sombras de sus cuerpos desecados, apenas lo suficiente como para exhibir en el museo, lo suficiente como para que yo los reconozca desnudos, entrelazados, esa malditas sombras de sus cuerpos.


......Métodos para bajar de peso

Enyesar las mandíbulas o coserlas con alambre, dejando apenas el lugar suficiente como para que pase una pajita por la que se absorben los líquidos o cortar una parte del intestino delgado o aspirar o cortar la grasa corporal (lipoaspiración, lipoescultura) o endeudarse por tantas libras de carne como sea necesario, tener el valor y la honradez de no recurrir a Porchias.

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.......Obesos anónimos

En el grupo hablamos hoy de la necesidad de relajarse. La tensión, nos explicó la coordinadora, favorece la tentación.
-Conozco varios métodos para relajarse -aportó una compañera.- El más sencillo consiste en imaginar que tu cuerpo está poblado de enanos que trabajan sin descanso. Terminada la labor del día, se retiran primero los enanos que se esfuerzan en tus pies. Agotados, dejan caer sus herramientas y a paso lento se alejan de tu cuerpo. Después hay que seguir con las piernas.
Cuando la mujer terminó de hablar y se puso de pie para irse, nadie esperaba ver caer un martillo, una computadora o un pico diminutos del ruedo de su falda. Todos entendimos que los enanos eran solamente una metáfora.
Así lo deben entender también, sin duda, los gigantes en cuyo cuerpo nos afanamos sin descanso.


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......La obra literaria

Está muerto y sabe que sus hijos nunca se lo van a perdonar pero no le importa. Con un trapo eternamente atado sobre la frente para esconder la herida (oscura, repugnante), se esfuerza en perfeccionar su obra literaria. Habla mucho de Jaromir Hladík, del instante larguísimo que le fue concedido en el momento mismo de su ejecución. Pero no considera que Jaromir pidió para terminar su poema solo un año, no considera el vuelo del moscardón detenido en el aire, la sombra de la bala sobre las baldosas del patio. Está muerto y alaba las ventajas de la eternidad, pero sin talento la eternidad no basta, no progresa, Señor, no progresa, su paraíso es nuestro infierno, Señor, devuélvelo a la vida.


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.......El padre y el hijo

Tuvo un hijo que creció hasta ser como él cuando tenía su edad. A pesar de sus esfuerzos por dejarse alcanzar, el padre había seguido adelante sin poder evitarlo. Sin embargo, a partir de cierto número de años, la ventaja que le llevaba a su hijo comenzó a convertirse en retraso.
-No te preocupes, papá, -decía el hijo para consolarlo, la vida no es una carrera.
No cuesta nada hablar así cuando se va ganando.



.......Pediatra a la madrugada

Si todo lo que tiene es un poco de fiebre, hay que esperar, señora, sobre todo si acaba de empezar. Hay que esperar a que aparezcan otros síntomas, que exploten los globos oculares con un sonido chasqueante, por ejemplo, o que la piel se le descame, hasta desprenderse del todo dejando al descubierto la carne roja de los músculos, que la lengua experimente ese hundimiento central prolongándose, dividiéndose hasta hacerse bífida, que se le caigan las orejas, por ejemplo, como frutas reblandecidas, excesivamente maduras, que los dedos de los pies se le hinchen como pequeños dirigibles, que vomite ilusiones o sardinas o una masa compacta de color azulado con la que podría atragantarse, que transpire un líquido tan ácido como para chamuscar la funda de la almohada, o tan frío como para depositar minúsculos carámbanos colgando de sus cejas, aunque también puede ser que se le pase, señora, no se preocupe, hay que esperar un poco, lo más probable es que simplemente se le pase la fiebre.

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