noviembre 09, 2010

POESÍA PEREGRINA: ELVIRA ALEJANDRA QUINTERO HINCAPIE






Elvira nace en Cali, Colombia. Es arquitecta y Magíster en Literaturas Colombiana y Latinoamericana. Profesora de Literatura en la Universidad del Cauca, Popayán, Colombia.

Publicó:
Los nombres de los días. Colección Poemas Humanos, Ediciones Veramar-Revista Escarabeo, Ediciones Veramar, Bogotá, 2008.
La Mirada de sal. Biblioteca de Autores Vallecaucanos, Cali, Colombia, 2005.
La Ventana. Cuaderno de Ana Ríos. Colección Escala de Jacob, Universidad del Valle, Cali, 2002.
La Noche en Borrador. Alcaldía de Chiquinquirá, Colombia, 2000.
Hemos crecido sin derecho. Editorial Altazor, Cali, 1982.

Reconocimientos :
Premio Jorge Isaacs 2004 (Cali, Colombia).
Premio Nacional de Poesía Ciudad de Chiquinquirá 1999 (Chiquinquirá, Colombia).
Finalista en el Premio Nacional de Poesía Ministerio de Cultura 1998 (Bogotá, Colombia).
Premio Antonio Llanos 1984 (Cali, Colombia).
Finalista en el Premio Nacional de Poesía Héctor Rojas Erazo 1983 (Barranquilla, Colombia).


........Calles de Cali


Voy por las calles de Cali y de pronto me asalta la duda.
¿No fue en este lugar donde escuché por primera vez la frase que ahora me hablaba?
Voy con la piel envenenada por los últimos días pero feliz, porque desde hace una semana mi sol ha estado oculto, y he podido disfrazarme con ropas que llevan las gentes de las ciudades frías.
Pienso en mi hermana con quien me reunía en el amor a los días grises y quien seguramente, en este mismo instante caminará por una calle de Italia que no conozco.
También nos unía el asombro nunca satisfecho por los amaneceres y la inequívoca pasión por las matemáticas aprendida en el tablero de nuestro padre.
De pronto me asalta el deseo de bajar por la calle odiada cada día a las dos de la tarde a pesar de su olor a carboneros. Chiminangos. Veraneras. Cadmias.
A veces un guayacán florecía y nos dábamos cuenta que en el resto de la ciudad los otros guayacanes se habían puesto de acuerdo.
El viento de cada tarde no se ha llevado los gritos de las manifestaciones en la Plaza de San Francisco. La destreza de nuestro amigo para conmovernos al aumentar con el micrófono los matices de su voz recia. Sabia.
Entonces no sabía que lo amaría. Y que lo iba a odiar por traicionarme con su muerte.



.......Desayuno


A sólo cuatro años del fin del milenio, me pregunto si alguno de mis treinta y seis años pertenece a ese ciclo como la tierra a la Tierra, o si acaso, mi condición no es todavía la misma que aquella de la infancia,
mundo desalojado del Mundo,
pregunta anhelando ser Pregunta,
ahogo del sueño indescifrado todavía, examinado en silencio, frente a todos, a la hora del desayuno.

En el lugar donde vivo mis vecinos bajan a Cali para discutir fórmulas de cercanía a la civilización.
Después en la noche intentan alejar del sueño la pesadilla aquella anunciada en las noticias,
la insoportable imagen del niño rogando no ser llevado por sus padres a la guerra,
la desolada sabiduría del padre sobre su condición de Nadie, abocado al éxodo eterno y sin futuro, aprovechando el fondo de la noche para refugiarse de las balas.

En Cali otras manos se levantan sobre los ojos para apartar la misma escena y luego reniegan sobre su condición de provincia.
Entonces miramos las fotografías premiadas en los diarios y decimos que somos un país extraño, donde sus habitantes pagan con la vida el hecho de haber nacido en la más hermosa de las tierras.
Sólo cuatro años y empezará el nuevo ciclo.



,,,,,,,,,Cita


....1

He llegado a un pueblo de calles polvorientas donde mi amor me ha puesto una cita.
Mis compañeros del grupo de teatro no comprenden pero aceptan el juego como si fuesen mis hermanos menores.
Sin embargo cuando me hablan lo hacen como si fuesen mis hermanos mayores y no olvidan señalar hacia arriba con el dedo índice.

Las gentes visten de amarillo claro, de rojo, de azul desteñido
Y todo
Su piel, sus ojos fríos, los cabellos largos de sus mujeres
Están llenos del polvo que levantan al pasar los buses relucientes.

La plaza se llena primero con los niños y las ancianas
Y después el resto
Los novios
Las muchachas de cabellos trenzados
Los señores serios, sabios, adustos.

Pero no veo a mi amor y vuelvo a buscarlo entre las palmas de las manos que se agitan afanosas, cansadas de esperar la hora del milagro.


.....2

En el pasado del pasado mi amor incumplía una cita fraguada desde meses atrás.
Después en el pasado recorrí varias veces aquellos senderos
Sin poder hallar el lugar donde las mujeres asistían a los acontecimientos del parque
descalzas
Dejando a sus maridos y a sus novios destejer las largas trenzas
Esbozando con vergüenza una sonrisa que las manos ocupadas no pudieron cubrir.
De regreso sobre la capota del bus, junto a los canastos, no dejé de mirar hacia atrás
pensando
Que cuando todo acabara el viento me habría dejado sin cabellos
Sin mis largos cabellos
Mezclados con el olor de las yerbas aromáticas que comerciaban aquellas gentes.



No hay comentarios: