noviembre 09, 2010

MARIO MELNIK





Mario nace en Concepción, Tucumán, en 1958. Actualmente reside con su familia en San Miguel de Tucumán, donde se desempeña como docente, traductor y bibliotecario. Ha publicado en dos antologías: Espacios y Espejos (Ediciones JOETUC, SM de Tucumán, 1987) y Amanecer de Esquinas, Grupo Literario Polymnia (Ediciones JOETUC) SM de Tucumán, 1988). En 1999 publica Palabrara (Ediciones Magna, SM de Tucumán). En 2008 publica De sentido en sentido (Grupo Editor Latinoamericano, Bs As).


Las horas sin fin


Cuando el día se haga brizna del silencio
y estén las horas aturdidas de tanto sinfín
como mendigas en la hacera de mi frente
como voz que se aplana en la risa del olvido
llegará ese instante de asomar la piel entre amapolas
de nombrarte bajo el pecho sin mortajas
de un gorrión
y abrirte al fin de la penumbra una puerta
para que escapes y te lleve las alas
de la alegría.
Mientras la noche con pie pesado y tibio
se cierra entre puñales
tan pronta volverse espiga
tan sangre hacia el alba donde me atrevo a amar
los caracoles que guardan tu silencio
y mi agonía.




Casa de las ausencias

Invento una casa para las ausencias
la invento al lado de un río
sobre el agua susurra el viento.
Aspiro luz por la cascada del trueno
la larga lluvia de la memoria
con sus puertas abiertas en las sombras
de los árboles.
Puertas como soles son
que navegan por mi sangre
y músicas descarriadas en la espera de los años.
Con retazos de caricias tejidas entre álamos
invento sílabas para atraer palabras
para armar las voces que se disipan
en esa casa abierta que invento
con sus rincones de rostros irrenunciables
con risas y gemidos de huellas diferentes
que llevan siempre hacia un mismo camino.
De esa casa abierta soy una invención
de la orilla de un río
de un horno de barro donde mora el sol
de un horizonte de silencios
y de todos esos latidos
que hacia la madrugada vuelven
y piedra adentro me arrastran
montaña adentro me arrastran.






Llullaillaco para una niña Inca

¿Mi rostro dormido
es tu llave del tiempo?
La mirada de la noche
tiene mi rostro dormido
el silbido del viento en la piedra
la altura que junta la tierra y el cielo
el silencio de una voz que quema
eso es mi rostro dormido.
En mi rostro dormido no veas correr el río
no veas su soledad sedienta
ni quieras comprender la escritura
que ves en mi rostro dormido.
Vuelve a cubrirlo con manos de lana
y déjalo perderse a lo lejos.
Al horizonte que se durmió en mis ojos
déjalo volar lejos.
¿Qué más da?
Ya conoces mi voz cuando amanece
ya te has reflejado en ella para siempre
y has sentido sus pájaros de arcilla
abrir caminos en tu sueño.





La luz en tu rostro

La edad de la luz en tu rostro me hace renacer.
Su anochecer es anterior a mí.
Su amanecer es anterior a mí.
Por un color sé la edad de tu sonrisa.
Por un color sé la edad de tu dolor.
Son colores que pintan mi voz y mi aliento
colores entre pequeños e inmensos
donde tu mirada se abre paso
y mis caminos de sílabas y músicas
se pierden bebiendo tu imagen del agua.
Son colores de un rostro vegetal y piedra
donde la luz ondula callada, dormida.
Rocíos del hambre son, del fuego y la sed
donde la piel abarca la memoria de la noche
la primera palabra que en ti lloró
y sonrió.
Colores anteriores al sueño que soy ahora
cuando te nombro y estás en mí
y caminas descalza por mis entrañas
llamando a mi latido.




La casa amada

.............a Beatriz Piscitelli

La memoria cae
de lleno en el latido
alguien la espera.

Cosas pasaron
una luz en tu mano
cayó y lloró.

El eco ofrendó
su pan y el silencio
le dio su casa.

Casa de la palabra
reverberar de piedra
en el aire.

Casa de la palabra
luz que del cielo
se vuelve a colgar.





Esquina

...... ..A Lydia Alfonso

Corazonada esquina
caída a cielo en el pecho
me verás rumbear las calles
caminar los ángulos de la luna
sostenido del aire por una voz acolorada.
Serán los segundos de la intemperie
que vuelve a su tiempo suficiente
a su lugar, a su propio rastro que la cobija.
Se encerrará la ciudad en mi latido
niños con lapachos en sol vendrán a buscarla
hombres con sus desgarros de nube rota
y con su sola soledad de cielo
para inventar otra mañana que será.
Con la voz sosteniendo cada mirada
atravesaré el cosmos de tu memoria
por el costado más tuyo
y volverán en ramas los rumbos
y aunque pese la tanta sombra
sobre el quieto fulgor de tu horizonte
me cargaré a dos manos tu hombros
a dos pies tu cintura
y se harán entraña esta cuesta en mi abismo
y estas palabras sin redondeces
que gritan en tu rincón y a ríos te florecen.







El sueño del vino

En la noche estrellada de la palabra
busca su latido el vino.
Entre vocablos de tonos añejos
los caminos del sentido le van abriendo paso.
Con cada sorbo que vuelve resuma su gusto a tierra
y trama el fervor de los días en el telar del tiempo.

Respira hondo de sol.

En su corazón late el silencio propiciatorio
la intemperie a dos manos abiertas
el beso que liberan los surcos
el abrazo que desata la lluvia.
En su simiente la sed se aplaca
y la voz quiere ser canto.

Es la hora en que el día se vuelve a oriente
por el camino de la luna
y con cada estrella se apaga la mirada del horizonte.
Es la hora esta hora en que el vino duerme su sueño.

Y nos desvela.

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